miércoles, 14 de enero de 2009

Yo nunca

Yo nunca

Sobre autos, bomberos, policías, ambulancias y accidentes

Sábado por la noche. Nos encontramos con un amigo de mi colegio. Nos invitó a una reunión de sus amigos del club de Arenales, uno de ellos celebraba su cumpleaños. Su casa estaba cerca de la mía y no hubo problema para ir.

El departamento del cumpleañero estaba al lado del restaurante, frente al parque de naturaleza artificial, donde los patos a partir de las diez de la noche se pasean por las veredas y son vigilados con más cuidado por los guachimanes. Por mientras, nosotros esperábamos que llegara el dueño del santo.

«Ese de allí parece que nos está chequeando, si ven bebidas nos van a botar…», le comentaba sin mucho escándalo a mi amigo. Era extraño, aunque sea fin de semana, había muchos policías. « ¿O será que están cuidando que ningún loco cace a los patos que adornan la avenida Aviación? », comenzaba aburrirme y alucinar cosas extrañas.

De repente, la sirena de los bomberos se escuchaba de lejos, entre los árboles que invaden la calle. A la esquina se habían acercado más policías. El inmenso carro pasó. Nosotros movimos las cabezas siguiendo el camino que, con el sonido de la sirena, marcaba sobre la pista. «Por eso había muchos policías: estaban viendo que pasen los bomberos y la ambulancia», concluía mi enamorado.

Y tenía razón, un segundo carro de bomberos lo siguió y una ambulancia. Terminado, los taxis y microbuses avanzaron y el grupo de policías se retiró. Solo quedó el vigilante de patos. « ¡Vamos a cazarlos pues! », gritaban en broma uno de los chicos del grupo.

«Qué noche tan agitada», pensaba. Antes de encontrarme con mi amigo del colegio, regresábamos hacer una visita en grupo de la universidad. Por la avenida Javier Prado, casi antes de llegar a la avenida Aviación, un carro tuvo un accidente: parece que dio muchas vueltas porque quedó con el techo en el suelo. El carro de bomberos, la ambulancia y los policías preguntando a testigos asustados, interrumpían el tráfico.

El carro donde iba, que además de estar lleno, los pasajeros se reunieron al lado derecho del auto para ver algo que no se les cruza todos los días. Los pobres cuellos eran flexibles para lograr observar más el hecho. « ¿Tú has tenido un accidente de carro? », preguntaba mi amiga para hacer una introducción y contarme sobre su experiencia con su prima, la conductora del auto y que menos mal estaba en el asiento de atrás.

«Uhmmm, accidentes…», y se me vino a la mente las noticias de accidentes de ómnibus en las carreteras en provincia. A la siguiente semana, los noticieros solo hablaban de eso. «Yo nunca he sufrido un accidente de carro», le contesté esa vez.









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