viernes, 3 de octubre de 2008

¡Bum!

Es setiembre, mes de la primavera, el sol ya no se oculta, viene a visitarnos poco a poco, invadiendo el cielo con su luz amarillenta y somnífera.

Las personas no pueden evitarlo, tienen que levantarse temprano, vestirse para empezar a realizar sus labores: universidad, trabajo, cita con el médico, un trámite documental.

La mañana agitada murió hace más de media hora, los carros no llevan a tanta gente, sobran asientos y faltan pasajeros.

“Pasaje, pasaje”, el cobrador ya no reniega ni trata mal y con desganado a las personas, “Pasaje, pasaje por favor… gracias pasaje, pasaje…”. Unas diez personas viajan en la línea 92. Aprovechan el tiempo en dormir, leer una tarea pendiente, escuchar música, etc. El chofer maneja sin problemas, sin frenar bruscamente, maneja pensando en que lleva personas en el microbús, dejó la idea de manejar como si llevara una carga de papas.

“Sí, ya estoy llegando no te preocupes”, contesta una señorita por su celular, no está apurada. X= y – 23… el grupo de los 16 se lee en un manual de matemáticas, química o seguro es física, lo sigue leyendo con detenimiento una joven. Y un hombre revisa las noticias del día de un periódico popular.

Luz roja: el carro se detiene como debe ser. El cobrador de nuevo pide pasaje a las personas que recién han subido al carro.

“¡¡Bummmrrrr!!”, un sonido hace temblar. Los pasajeros, el chofer y el cobrador saltan de sorpresa. Se despiertan los que madrugaron, el señor deja de leer el periódico, la joven se desconcentra. Luz verde: el carro avanza. El cobrador mira atrás y los pasajeros voltean a ver qué sucedió:

A lo lejos, un tráiler está detenido en una esquina, muchos camiones y carros protestan mediante cláxones por el caos. La carga de fierros que llevaba el tráiler está un poco inclinada.

“¿Qué pasó? ¿Qué pasó?”, se preguntan todos.

El cobrador ríe ante lo que ve: Ja, ese… y sigue pidiendo pasaje.