viernes, 11 de junio de 2010

El cabello crece

(Como le dijo una vez Sabrina a Jenny: "Ya crecerá")

Mi cabello está corto. ¡Ya lo sé!

Entonces, ¿cuál es el problema? Ninguno, simplemente recordé todas las veces que iba a la peluquería y nunca, hasta ahora, he encontrado a la persona que me haya dejado COMO YO QUERÍA.

Por ejemplo, no volveré a pasar por uno de los parquesitos cerca de la universidad, donde, buscando y buscando un sitio donde cambiaran mi look, me topé con una señora que se enganchaba con las novelas mientras hacía su trabajo. Y mi temor creció cuando vio mi cabello y dijo emocionada: “Ay, ya sé que te voy hacer, déjamelo a mí nomás”.

En ese tiempo andaba con mi trenza rastita y tenía enamorado. La señora era extraña o seguro estaba muy amarrada a la época antigua, ya que me preguntaba si él, el enamorado, me dio permiso de cortarme el cabello, si es que no se molestaba o que de él fue la idea. “No, simplemente, quiero cortarme el cabello”, le dije.

A quien sí extraño bastante, pero no por eso le doy todo el mérito, fue a una chica linda allá por los años en que vivía en San Martín. Esa joven sí que fue un antes y después en mi vida femenina: durante el colegio, mi cabello era un desastre, peor que Gloria Trevi cantando pelo suelto; el mío era esponjoso, sin forma y cuando era golpeado por el viento, el peine tenía arduo trabajo incluido horas extras.

Pero esa joven me enseñó lo que es degrafilado y degrade, y gracias a esas dos técnicas, me despedí del cabello esponjoso. Ahora, cada vez que voy a la peluquería de frente digo: me haces este corte pero con degrafilado y degrade.

No falta tampoco cuando las amigas de tu mamá les encantan maquillar, teñir y claro, masacrar cabellos ya sea de la abuelita, la tía, la sobrina, el hijo o el marido. A mí, desde pequeña me hacían cortes tipo señorita robot, no me quería mover mucho porque evitaba despeinarme. Y lo que más recuerdo de esas reuniones, es a la hija de la amiga de mi mamá cortándome mi trenza por la mitad, luego hacer unos retoques para terminar el corte de cabello.

Pero, ya que va, el cabello crece ¿no? Y sí un día me animo en pelarme o teñirme de verde, la gracia es que el cabello nunca queda así para siempre, menos mal.

"Sabrina a través del espejo"




1 comentario:

Juan Pablo Bustamante dijo...

Todos hemos sido conejillos de indias alguna vez en nuestras vidas. Ya nos llegará el día de tener nuestros propios sujetos para experimentar.

Mientras tanto, no te rapes: el cabello crece demasiado rebelde. Pero si es tu decisión, adelante.

(¿Te acuerdas el capítulo del Príncipe del Rap cuando Carton se tiñe el cabello de color verde?).