martes, 11 de agosto de 2009

Inspirado en James Bond


La chica bonita, de tez blanca y suave, caderas definidas, busto inocente y la juventud altiva en su mirada, dejaba su asiento y se dirigía a la puerta del autobús.

El cobrador, de etílicos ojos vacíos, la miraba de pies a cabeza: «hermosa, hermosísima», dijo cuando la joven bajó de la combi.

Y como esas cosas pasan, la puerta del carro se atascó, un tornillito se salió.

«Mierda, mierda, espera, mierda», el cobrador trataba de jalar la oxidada puerta pero ésta no hacía caso.

«Nos quedamos encerrados…», pensaba al contemplar la burrada que sucedía.

« ¡Mierda! », el cobrador se desesperaba, los futuros pasajeros en el paradero se cansaron y voltearon la mirada hacia otra combi.

El chofer, otro tipo mañoso, estacionó el carro, se sacó el cinturón de seguridad bamba, salió de su asiento, apartó al cobrador de la entrada obstruida, midió rápidamente la fuerza que debía ejercer ante tal problema y… ¡Pam! arremetió una patada a la puerta, que volvió a su lugar, y el tornillo caprichoso que se había atracado cedió.

La puerta quedó como nueva, se deslizaba elegantemente, el cobrador la abría y cerraba como si fuera la primera vez que se conocían.

«Demasiado James Bond en la televisión», dije en voz baja antes de quedarme dormida.



1 comentario:

Juan Pablo Bustamante dijo...

aunque muchos se parezcan más a Maxwell Smart