miércoles, 1 de julio de 2009

Ultraviolento

No había carros.

«¿En serio? ¿No están exagerando con esto?», una amiga me preguntaba por Messenger.

No había carros.

Así se completó un fin de semana largo. Por una parte: qué chévere, descansar. Y por otra: no, me voy atrasar en las clases, no.

El viernes no lo cuento tanto porque a mi grupo de trabajo se le ocurrió hacer una reunión a las siete y media de la noche en algún rincón de Pueblo Libre. Luego de comer pancitos vegetarianos ricos, llegue a mi casa a la medianoche.

El sábado estaba planeado ir a una fiesta. Varios nos reunimos con el cumpleañero para que nos llevara a su casa en Ate. El trayecto en carro no me pareció tan largo, debe ser porque ya estoy acostumbrada - casi todos los días voy de la avenida Aviación a la avenida Universitaria. Al contrario, me pareció divertido más que nada cuando alguien preguntaba ¿ya llegamos? y el festejado contestaba de una forma burlona: «cuando veas vacas… ».

Y como regalo para mi amigo, el distrito tuvo un apagón a las cinco de la mañana. La fiesta se acabó y nos vimos obligados a descansar: sin música y con una vela encendida en el medio de la sala.

El domingo cada vez que me echaba en alguna cama de mi casa, me quedaba jato.

El lunes fue feriado. Como no tenía ganas de reunirme personalmente con mi grupo, propuse hacer las tareas por internet. Sí funcionó, aparte que éramos cuatro gatos (miau).

El martes me sentía impotente por no poder ir a mis clases de la universidad, incluso mi enamorado no me podía visitar. Así que aproveché el día para avanzar con más tareas pendientes.

Por la noche, fui al cine en familia. La película comenzaba a las once, era la última función. ¿Será por eso que nos hicieron esperar un montón? Cuando finalmente abrieron la sala, un tipo alterado les dijo no sé qué a los encargados por la demora, lo peor fue que hizo más larga la espera. Para colmo, los avances de otras películas ya estaban pasando en la pantalla. Igual entramos tarde.

Es que me gusta ver los trailers, pues.

Ahora ya estoy relajada: bailé mucho en la fiesta y me gustó ver Transformers: Revenge of the Fallen.

Y pregunto: ¿alguien se atrevería a entrar a un hostal cuyo nombre es Habla, barrio?


3 comentarios:

Duber Gonzales dijo...

Hay gente que entra al vitartino hostal HABLA BARRIO, te lo puedo asegurar... y no son precisamente las vacas.

Juan Pablo Bustamante dijo...

podría ser una buena historia contar lo que pasa dentro del hostal... podrías hacer una duberentrevista, para que cuente sus experiencias como observador de las puertas del mencionado centro de hospedaje

Juan Pablo Bustamante dijo...

por cierto, cómo saber que te encuentras en el poto del mundo?
cuando dejas de contar cuadras y empiezas a contar kilómetros...