viernes, 29 de mayo de 2009

Beautiful Ones

Empecemos.

Primero, no he escrito hace uff… por demasiadas excusas: Maldita sea la vida cotidiana que nos obliga a estar encerrados en un mundo cuadrado y no dejarnos llevar por nuestros instintos.

En fin.

Tengo full trabajo, como muchos mortales. A parte, tengo muchos problemas, como hartos deprimidos. Y por lo tanto, tengo tanto qué hacer.

Pero a pesar de eso, me doy tiempo para escribir, y muy importante, observar lo que pasa a mi alrededor:

En las combis.

Con mi mamá, regresábamos a casa. Era un sábado por la noche. El cobrador llamada a su carrito asesino. En eso, un grupo de evangelistas paran el carro.

Suben, suben los hermanitos… - cobrador

Ja ja ja - evangelistas.

¡Pero falta Jesús! - una muchacha del grupo se dio cuenta que faltaba un amigo.

¡Haber, Crist… digo, Jesús! - seguía bromeando el cobrador.

Al final, los evangelistas se bajaron porque se equivocaron de carro.

A propósito, otro día, rezaba para que no me pasara nada, ya que el carro daba unas curvas que eran realmente suicidas.

Feria desaprovechada.

Una semana duró la feria de libros en mi facultad. Yo quería comprarme más de un libros. Me ofrecieron dinero para después pagar, pero me conozco y creo que habría comprado mis caramelitos Nerds en vez de devolver cinco, diez o noventa soles.

Sí, otra cosa, me he vuelto adicta a los dulces. Pobres mis dientes.

Cine trafero.

Vuelvo a escribir este suceso.

Vi Wolverine. No estaba segura cuál era la escena final o promocional para la siguiente película de X-Men Origins, así que Juan Pablo y yo nos fuimos sin quejarnos que, en el cine que está por el Parque Kennedy – no recuerdo el nombre del cine -, no pasaron completa la película.

Me tendría que haber reclamado, pero por ignorancia mía, no me gané una entrada gratis como consuelo.

Canción perdida.

Ahora que va a venir Brett Anderson, me torturé como tres semanas para lograr recordar cómo se escribía Suede. Soy muy olvidadiza.

Milagrosamente, cuando llegaba a la universidad, desde la ventana de la combi pude aprecia r un a fiche que hizo llegar a mí la palabra clave: BretT Anderson… Suede. “Oh sí”, dije, por fin pude buscar las canciones que tanto me gustan. Y escucharla mil veces.




La libertad en la ciudad


Hace mucho tiempo, cuando paseaba por el Centro de Lima, con el sol inmenso sobre las cabezas urbanas, ocurrió esto:

¡Cómo no tengo una cámara! , mi hermano se lamentaba.; según él, podría haber tomado unas fotos y venderlas a la revista Somos, que en esa época era una revista chévere.

Mi hermano y yo estábamos a unos tres metros de la pileta de la plaza. Caminábamos lentamente y contemplábamos a una señora. Ella tenía puesto un sombrero de paja abrigadora, faldas verdes y rosadas, blusa y chompa; era una mujer redonda, mestiza y de ojos risueños.

La señora tenía el pecho descubierto y con su mano robusta, sacaba agua para refrescar su cuerpo. Ella se lavaba tranquilamente, mientras que los padres alejaban a los niños de esa mujer, y algunos jóvenes la señalaban y reían.

A mí me encantaba esa mujer. Quisiera yo también refrescarme en cualquier lado de la ciudad sin que me importara lo que diga la gente. Quisiera recuperar esa libertad natural que tenemos al nacer, cuando odiamos la ropa y preferimos correr calatos por la sala de nuestra casa.

*Han pasado algunos minutos desde que terminé de escribir esto. Ahora dudo si quiero estar desnuda y correr por la sala.



martes, 19 de mayo de 2009

Un día de locos


Barranco fue la última parada para tomar fotografías; luego, Juan Pablo y yo caminábamos con dirección a Miraflores. Disfrutábamos de la tranquilidad, ni siquiera el mar interrumpía la conversación y la neblina cubría un sol débil. Creo que todas las personas sentía lo mismo.

«Ah...», se escuchaba a lo lejos. «Algo sucede, parece gente gritando», pensaba en voz alta. « Ivón, es el mar… ».«¿El mar? », no me convencía.

No era el mar por supuesto, sino varias muchachitas enloquecidas. «Los Jonas brothers han llegado», asustada presentía otro momento “entre chicas lindas”. « ¿Vamos a ver? Ya me entró la curiosidad», sugería Juan Pablo que nos mezcláramos con la masa rosada y chinchosa; algo en mí, demasiado adentro, también pedía que fuera y chismosee.

Las niñas gritaban por cualquier motivo: salía alguien del hotel, las cámaras las enfocaban, Henry Spencer corría con su micrófono, el perrito orinaba, la mamá llamaba por su celular, los policías caminaban… por todo gritaban las mocosas. Además, debo mencionar un poster muy curioso: I am burinig up for you baby. Las niñas están calientes por estos chicos

Y como ninguno de los hermanos salía para burlarnos, Juan Pablo y yo fuimos a comer en Larcomar. Nos sentamos y en frente mío habían dos niñas, vestidas de color rosado, que disfrutaban su helado y su pizza diminutas; un señor de les acercó, tenía puestos unos lentes oscuros y no me creía que fuera un familiar suyo, ya que en las miradas de las chiquitas se notaba un gesto de “y éste quién es”.

En fin. Volvimos donde el grupo de fanáticas sueltas y ahora habían invadido la pista. Tiene razón Juan pablo cuando me dijo, después que nos fuimos de Miraflores, que si fueran pandilleros, caería los golpes y bombas lacrimógenas, pero son niñas: qué se puede hacer cuando invaden las calles, las bombas no se escucharían porque sus gritos son más fuertes.

Dejamos a las fans. Algunas ya se iban, otras aún tenían fuerzas para gritar: « ¿Lo viste? ». «Lo vi». «Ah…». « ¡Qué roche, hasta lloré! ». Seguíamos caminando para alejarnos de los Jonas brothers.

Mejor que eso – mucho mejor – es que fuimos a ver Wolverine y no nos quejamos cuando pasaron incompleta la película – no vimos la última escena después de los créditos - , estábamos cansados y nos dio flojera.

Pero si nos hubiéramos quedado más tiempo tratando de hacer justicia en el cine, no nos hubiéramos cruzado con lo más impresionante del día en Miraflores: un chico cuya frente sangraba, caminaba desorientado y todo el mundo se quedaba mirándolo. No sabíamos si seguirlo y como la central del serenazgo estaba cerca, fuimos a reportar el suceso. Lo raro es que no nos pidieron nuestros datos y no sabemos qué fue del muchacho.

Fin del día.

PD.: Me enteré que los metrosexuales de Jonas brothers (xD) sí salieron a saludar a su público desde el balcón del hotel.

Y Juan Pablo tomó muchas fotos.




viernes, 15 de mayo de 2009

Good Bye, maldito sol

Fue martes o miércoles. No. Fue lunes.

Me levanté y la luz del día era celeste, ploma y blanca. Mi mis ojos de otoño y mi sonrisa de invierno despertaron. La ilusión aún no era tan fuerte como para hacerme creer lo que veía por la ventana: la bola de fuego se apagaba.

El sol murió, esa frase la empleo para dar bienvenida a mi época favorita. No más sudor, no más ojos irritados, no más politos con tiritas que ponerse, no insolación, no piel bronceaba ni quemada. Los helados se quedan, la playa y la luna también, pero el calor – sí, el calor - adiós.

El sol es buen astro, cumple su función, pero lo odio por provocar calor y sudor. Odio el sudor. Odio sentir mi cuerpo pegajoso. Fastidio total. Admito que lo extrañé el día martes, ya que lo necesitaba para tomar unas fotos con iluminación natural. Pero después: ya no te necesito querido, apártate de mí.

Ahora, cuando subo al carro, no analizo en dónde cae la sombra: si en los asientos individuales o en los pares. Leo tranquila debajo del cielo – sin sombrilla ni techo – y no soy interrumpida por un entrometido rayito de sol.

Aunque hay días en que amenaza en aparecer, como hoy (viernes), las demás fechas ya están a mi favor. Así que puede decir que la primera batalla la he ganado: el verano acabo. Hasta el próximo año. Fácil en el futuro aprenda a vivir contigo, por ahora: good bye, maldito sol.